Entre cordilleras, donde el cielo se besa,
Mendoza, un oasis que el alma recrea.
Viñedos que se extienden, cual alfombra de fiesta,
Montañas nevadas, que el alma serena.
Tus ríos cristalinos, que bajan cantando,
Regalan frescura en cada rincón.
Tus noches estrelladas, mi sueño encantado,
Donde la luna dibuja su ilusión.
Tus vinos, un elixir que el alma embelesa,
Sabor de la tierra, que el corazón llena.
Y el calor de tu gente, una llama que enciende,
haciendo de Mendoza, ese lugar que enamora.
Desde el Aconcagua, hasta el río Mendoza,
La naturaleza pinta un cuadro divino.
Mendoza, mi tierra, mi orgullo, mi oda,
Un pedazo de cielo, aquí en el camino.